jueves, 8 de diciembre de 2011

BABELIA publica sobre el Microcuento. Papeles Perdidos

EL TEXTO PERTENECE AL BLOG TITULADO PAPELES PERDIDOS - BABELIA - EL PAÍS

El miércoles 30 al mediodía llego al aeropuerto grande y moderno de Guadalajara. Vengo de Monterrey con mis editores de Posdata, para presentar una colección de microrrelatos con el lindísimo nombre de La hormiga iracunda. Mi libro es Casa de Geishas, el otro es El viajero del tiempo, de Alberto Chimal.

La ciudad entera (y sus seis millones de habitantes) vibra al ritmo de la Feria. Cuando se sube a un taxi, basta decir “A la Feria”. Nadie piensa en otra cosa.

Nos alojamos en un buen hotel, un poco más alejado de la Feria que los principales. En el hotel, igual que en la mayor parte de los restaurantes de la ciudad, un gran cartel informa “Somos lectores”, el lema de esta Feria que cumple sus 25 jóvenes noviembres.

El cartelito que cuelga del picaporte de mi habitación dice de un lado “Lectores en reposo” y del otro “Fuimos a la Fil”.

La Feria es inmensa, inabarcable. Por lo que no pretendo abarcarla. Mi limito a disfrutarla. Todo es tamaño Gulliver. Los paneles que organizan los stands son como muros, los carteles y posters son gigantescos. El relación, el techo es bajo. El efecto es abrumador y fascinante.

Uno de los deleites de la Feria para un escritor es encontrarse con amigos. Aquí están todos. De todos los países de habla hispana. Están los amigos que conozco personalmente y me siento feliz de reencontrar (Neuman, Iwasaki) y los que conocía por correo electrónico (Chimal, Buzali). Hay cuatrocientos escritores en la Fil. Hablando de abrumador. No sé si fascinante.

El miércoles a la noche el escritor mexicano Rogelio Guedea nos invita a cenar: a mí y a nuestra común agente, Nicole Witt. De pronto noto que en la mesa de al lado está comiendo el chofer de lo yo que suponía nuestro taxi. En realidad es el guardaespaldas de Guedea, amenazado de muerte por los narcos a causa de sus notas periodísticas sobre la realidad de Colima. Derechos Humanos le ha puesto protección oficial. Cuando volvemos al auto, un montón de vidrios rotos en el suelo es la prueba de que el auto de a lado ha sido robado. “Fueron tres chavitos. No quise meterme para no tener problemas” nos dice el guardaespaldas.

Después de la cena, la Fiesta de los Periodistas supera con creces mis posibilidades de diversión. A mi provecta edad, el volumen de la música me destroza los tímpanos y un ritmo que me recuerda al bacalao (sólo percibo el ritmo, el resto de la música se me pierde) me golpea el pecho provocándome taquicardia. Todos parecen divertirse muchísimo. Me vuelvo al hotel sola en un taxi, sintiéndome mucho más segura que a la ida.

El jueves a la mañana me han organizado citas con varios periodistas desde las diez de la mañana. ¿Adivinen qué? Adivinaron. La mayor parte de los periodistas que sobrevivieron a la fiesta comienzan a llegar a partir de las 11.30.

Para irse de la Feria, no está mal salir por el Pabellón Internacional. Allí paran los taxis y no hay tanta competencia. La gente de seguridad me recomienda los 22 37, los taxis de la compañía que tiene convenio con la FIL, y que recomiendan como los más seguros.

A la tarde presento Caldo de Buitre, un libro de mi editor mexicano, José Jaime Ruiz. Y ahora debería haber ido a la presentación del libro de Marcos Giralt, pero aquí estoy, en cambio, tipeando estas líneas para el blog de Babelia.

AUTORA DEL TEXTO: Ana María Shua (Buenos Aires, 1951), acaba de publicar en España su volumen de microrrelatos Fenómenos de circo (Páginas de Espula).

TEXTO COMPLETO DE DONDE LO HEMOS OBTENIDO GENEROSAMENTE

1 comentario:

  1. ESTE ES EL TÍTULO DEL TEXTO ORIGINAL:

    Minicrónica de la maxiferia

    NO SE PIERDAN LA FOTO DEL POST Y ESTE MAGNÍFICO BLOG DE NUESTROS COMPAÑEROS DE BABELIA.

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